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La amistad en el gimnasio

Si estás leyendo esto, seguramente te pasó en su momento, te está pasando o te pasará próximamente: eres el nuevo en la sala de musculación y te encuentras como un pez sin su pecera. Todo resulta nuevo para ti, desde la instalación en sí hasta el diverso número de personas que puedes ver realizando ejercicio de una manera que escapa a lo que, hasta ahora, entendías por ejercicio, es decir, actividades como correr, nadar o montar en bicicleta, entre otros. Puedes observar desde personas levantando pesos que asombran, hasta otras que, con pesos más moderados, se encuentran “sudando la gota gorda”. Sin embargo, algo llama con mayor fuerza tu atención y es que, en la mayoría de casos, compruebas el compañerismo y el buen ambiente que puede respirarse en esa sala y entre cada uno de los allí presentes.

Si bien es cierto que las personas acuden a los gimnasios, por regla general, a entrenar con un objetivo claro y definido, no nos engañemos, también es un método de socialización. A lo largo del tiempo se ha considerado estos lugares como infiernos u otros peculiares adjetivos. Mientras, las personas que a ellos acuden con frecuencia, con unas pautas determinadas y trabajando con compromiso y seriedad, términos como “obsesivos” o “enfermos” están a la orden del día. Y sí, es posible que muchas veces también llegue un punto en el que, una vez dentro de este mundo, tendamos a distorsionar de algún modo la realidad. De la misma manera, esa idea estandarizada de chulería y lucha de egos, se desmorona cuando compruebas por ti mismo como la ayuda entre miembros de la sala, las risas y los consejos a los más nuevos son parte del día a día de los gimnasios.

Desde que comencé en el gimnasio, hace ya unos cuantos años, he podido comprobar como, poco a poco, mi círculo social ha crecido y se ha mantenido, pudiendo establecer relaciones de amistad, alguna de las cuales ha sobrepasado ese umbral. Por eso, porque he podido comprobarlo por mí mismo, sé de primera mano que esa conexión que estableces con personas afines a los gimnasios, si se cuidan como deben, pueden ser amistades que duren toda una vida y amistades que, realmente, te ayuden a lograr tu mejor versión, dando las gracias por cada uno de los momentos que vivas con ellos.

En definitiva, desde aquí, te invito a que pierdas la timidez y acudas al entreno motivado, alegre y feliz, no solo porque vas a ser capaz de sacar tu entrenamiento adelante, sino porque en los peores momentos, ya sea a nivel físico, mental o personal, recibirás el aliento y el apoyo necesario de tu “familia adoptiva”.

 

 

Javi MMTenerife

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